Llegué tempranito al hospital Gutiérrez. Un nuevo año de Alegría Intensiva comenzaba.
El Dr. Amador y La Dra. Perla me esperaban para que los acompañe y supervise en su primer día de hospital.
Llegaron con melodías de ukelele y voces fuertes y divertidas que hacían notar su esencia payasa.
Las familias y los niños reían, festejaban sus delirios y agradecían en sus rostros la presencia de este otro tipo de seres humanos que somos los clowns.
Pero esa mañana no fue solamente la primera mañana. Se transformó en mágica.
De pronto, en el medio de la sala de espera, parados como recién salidos de una película, esperaban a los clowns dos superhéroes. Los escoltaban, esperando tomarse una fotografía junto a ellos.
No hacían nada, estaban parados con capuchas de hombre araña que tapaban sus caras de niños y con la firmeza del que cree que puede ser otro.
Y fue allí que sucedió la magia: ellos en el medio de la Dra. Perla y el Dr. Amador posaron como si fueran famosos y me pidieron que los fotografiara.
Después desaparecieron por los pasillos del hospital.
Como si este día hubieran bajado en su telaraña para encontrarse con otros que creen como ellos: los clowns. Y dejar impreso ese momento para siempre…
Entonces me fui a mi casa volviendo a creer que esta tarea es maravillosa, que el lenguaje del clown junto con el del niño pueden llevarnos a creer en lo imposible, haciéndonos viajar por otros escenarios; subvirtiendo la realidad que tan real es.
Esa mañana me pregunté ¿Quiénes habían sido los payasos?
Irene Sexer | Directora artística de Alegría Intensiva
Hospital Gutiérrez