Alegría Intensiva

A esta habitación hoy no se puede entrar

hoyno

“A esta habitación hoy no se puede entrar”. Eso dijo la doctora que cada mañana que vamos al hospital nos informa sobre situaciones especiales a tener en cuenta antes de llevar nuestra música y nuestras payasadas a los chicos internados. “No pueden pasar a esa habitación porque le acaban de dar la noticia a la familia de que no hay nada más que hacer”. Lo dijo así. “No entren. Están muy conmovidos, llorando”.

La doctora se fue y nos quedamos los tres payasos mirándonos. Quietos, como ayudando a detener un poco más el tiempo que ya parecía haberse detenido. Permanecimos en silencio, atrapados por la realidad, esta vez muy dura, que a veces se filtra en el trabajo del payaso. Esa hendija por la que ingresa la luz opaca y espesa de lo irremediable.

Dimos unos pasos para alejarnos de esa puerta y cuando llegamos a la siguiente habitación la vimos. Estaba acostada pero se asomaba y nos contemplaba, como si estuviera llamándonos. Era Celeste, una hermosa adolescente que siempre nos espera.

En ese instante ella nos modificó a nosotros y nos ubicó nuevamente en el eje de la misión de nuestra tarea de payasos de hospital. Rápidamente los tres nos transformamos y abandonamos la realidad que nos hundía. Celeste, desde su deseo vivo, nos rescató y nos ayudó a transformar la sensación que flotaba en el aire.

Entramos en la habitación y se armó una historia de amor, de vida -sí, de vida- donde ella era una Celeste claramente Celestina que unía en casamiento a la Dra. Maní Curí con el Dr. Bernardo. Celeste, con la complicidad de la Dra. Stacatta, fue armando un plan para que los otros dos payasos se encontraran de casualidad a la misma hora y en el mismo lugar. Y les terminamos confesando que habíamos armado todo porque ellos tenían que amarse por siempre. Así, el Dr. Bernardo le dedicó una serenata a la Dra. Maní Curí y ella le devolvió el regalo con un poema.

Celeste, impecable Celestina, iba diciendo qué iba pasando y qué no, tejía la historia. Jugaba, usaba el control remoto del televisor de la habitación como un teléfono para llamar a los futuros enamorados. Actuaba completamente compenetrada, sumergida en la historia.

Ella nos llevó a su mundo de juego justo cuando nosotros nos habíamos detenido para tratar de entender.

A veces la nariz de payaso no está en la cara del payaso sino en cualquier otro lugar. La puede tener otra persona, adulta o niña, y sorprendernos. A veces la nariz es la excusa para hacernos recordar a todos, los que la usamos y los que no, que el que tiene ganas de jugar puede jugar, y el que tiene ganas de vivir y puede hacerlo…. entonces que lo haga.

 

Dra. Stacatta (Silvina Sznajder), Dr. Bernardo (Agustín Saiegh) y Dra. Maní Curí (Luciana Buschi)
Hospital de Niños Pedro Elizalde (ex Casa Cuna)