Alegría Intensiva

Compartir

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Los miedos y el dolor pasan. Pero cuando están, pesan. Nos hacen caminar lento. Sin embargo, si hay otro en quien confiar, si hay otro frente a quien podemos abrirnos, la carga disminuye.

Compartir la felicidad le da sentido a la felicidad. ¿Para qué vivir momentos de alegría si no es para que otros celebren esa alegría junto a nosotros? Los amigos y la familia saben muy bien de eso. Con el miedo y el dolor sucede algo parecido. Imponen la necesidad de estar con otros. Cuando los sentimos, son más livianos si los vivimos con los demás.

Como payaso visito las salas de espera de un hospital. Miro a los ojos, interpelo, molesto, abrazo, pregunto, cuento historias, altero mi cuerpo, sorprendo, me tropiezo, bailo mal, riego con música las cabezas de los pacientes y las familias que con ellos esperan. Y mientras actúo, leo en cada risa y cada gesto esa necesidad humana de compartir, de descansar en el otro.

Como un mate que entibia la mano del que lo recibe y entibia la mano del que lo da.

Hernán Salcedo (Dr. Aerosmith).