Alegría Intensiva

El clown de hospital y la misión de abrir emociones | La Perinola | 5 de Enero 2018

El arte sana, ayuda, transforma, alivia penas. Más allá de los sueros, las agujas, los remedios de feo sabor, las noches en vela, las preocupaciones y los dolores, todos los chicos tienen derecho a jugar, sonreír y reírse. Los payasos de hospital lo saben y se ocupan de esa tarea: Llevar alegría a niños enfermos u hospitalizados, a sus papás y al personal médico y no médico de los hospitales, a través del arte clown. Su misión pasa por abrir emociones, encontrar nuevos canales de comunicación, generar una entrega total al juego que sea capaz de conectar lo humano y lo vital.

Alegría Intensiva es una Asociación Civil sin Fines de Lucro (ONG), una organización de payasos de hospital de referencia nacional que tiene por objeto liderar el proceso de transformación del paradigma de la internación en pediatría. La Perinola conversó con Silvina Sznajder, directora artística de Alegría Intensiva, quien comentó cómo es transitar esta experiencia artística, humana, empática y solidaria.

-¿Cómo es la tarea de adaptar el arte al contexto pediátrico?

Es una hermosísima tarea, compleja, que requiere de mucha formación artística. También de disponibilidad, sensibilidad y una apertura donde el lenguaje que uno trae, se tiene que adaptar para que el protagonista sea el niño.

No se está en un teatro, nadie paga una entrada, nadie viene a ver lo bueno que entre comillas uno va a hacer. Acá uno ya no es lo importante. Es un trabajo hermoso para los artistas porque permite salir de ese lugar del ego, de la exposición, de ponerse en protagonistas para realmente darle ese lugar al niño y hacer un acto de calidad artística donde realmente el foco está en otro lado.

Para mí, como artista, fue una gran transformación que me ayudó mucho cuando tenía que subir a un escenario en el teatro, porque tomás otra comprensión de lo humano y de la vida.

El clown es el lenguaje del niño, directo, es la transformación, es todo el crisol de emociones humanas y es lo que resuena. Esto habilita al niño a jugar y a ponerse en la escena como protagonista si es posible porque muchas veces la escena posible es una tarea a poder leer. Ocurre que a veces la escena no está habilitada, no está dado el ambiente para jugar, transformar o hacer una escena; entonces ahí debemos saber hacer silencio y retirarnos.

El clown hospital o el arte en el hospital tienen un gran trabajo donde el foco está en el niño y su familia. Hay que ir leyendo con el permiso, la sensibilidad, para ponerse al servicio.

-La comunicación pasa por otro lado, va más allá de las palabras…

Exacto. A veces pasa por la mirada. A veces uno por la ventana ya va viendo cuál es la atmósfera y, en la puerta, al pedir permiso va leyendo con la mirada ese código de confianza. Ver si el niño te habilita a entrar o no. Ya no es uno con su escena ni con su arte, saliendo a desplegar lo que sabe sino es tener el arte en la valija y ver qué sacar. En esa comunicación se genera eso mágico que es muy transformador y poderoso. El clown conecta con lo humano, con lo vulnerable, con todo lo que uno es, con su parte ridícula, frágil. Y, en esos ambientes donde suceden tantas cosas, el clown no tapa nada sino que habilita a abrir todas las emociones. Es un trabajo muy hermoso y complejo porque hay que ser un artista de muchos años de formación para tener un bagaje y a la vez hay que tener un ego muy trabajado, humildad, para tal vez hacer silencio, conectar con la mirada y retirarse.

-Cuando terminan su labor, cómo es la vuelta a sus casas, qué sienten.

Cada artista es único y sentirá algo distinto. Pero hay un patrón común que tenemos en Alegría Intensiva: manejar la entrega total en el juego y tener la distancia optima para poder estar presentes desde el clown, desde la nariz que nos permite irnos de viaje a lógicas absurdas. Eso te protege de alguna manera y te lleva a ese aspecto vital que tiene el niño. Es indescriptible como uno se va de una habitación bailando, o a las carcajadas. Muchas veces uno se va más lleno de lo que llegó. Y también muchas veces se va movilizado. Y hay imágenes o situaciones que vuelven. Para eso la ONG tiene muchos años de experiencia y la estructura contiene. Tenemos un psicólogo con quien trabajamos en contención y supervisión sobre estos temas.

Irene Sexer y yo somos las directoras artísticas que estamos en cada intervención de los payasos, tenemos una comunicación con ellos para ver cómo fue el día, qué necesitan hablar, expresar. Hay un dialogo continuo porque nunca vamos solos, vamos en duplas. Y siempre tenemos un trabajo de higiene emocional para no quedarnos pegados con lo que pasó. No podemos ponernos en primera persona y quedarnos conmovidos, aunque muchas veces nos ha pasado, pues siempre nuestra misión es enfocarnos en ‘la tarea’. Luego de irnos del Hospital, cada payaso tiene su ritual de limpieza, un buen baño, algo que conecte con la vida. La misión es lo que prima, hacer nuestra tarea sin involucrarnos, ponernos al servicio. La nariz es nuestro puente hacia ese lenguaje que nos conecta con lo vital.

-¿Tendría que haber un cambio en el modelo de internación adulta?

Sí, tendría que haber payasos en todos lados porque el payaso es un revolucionario, abre todas las posibilidades, da mucha libertad, aire, habilita a expresar todo lo que nos acontece, no tapa nada. Debería ser necesario en todos los ámbitos, para descontracturar, volver a jugar, abrir, conectar con ese aspecto vital que a veces la enfermedad signa mucho según lo que nos esté pasando. En realidad, si uno lo puede ver desde otro lugar, estamos vivos hasta el último aliento.

-En esos momentos también es posible tener momentos de alegría, conectándose desde el amor ¿Es así?

Exacto. Conexión con lo que puede ser. Hay tantas posibilidades. La música conecta tanto con la emoción. Poder estar, transformar.

-¿Cómo coordinan su trabajo con el de los profesionales de la salud?

Creció mucho. Pronto cumpliremos diez años. Empezamos en el Garrahan, éramos cinco clowns y ahora ya somos veintidós artistas que vamos a diez hospitales sistemáticamente, una vez por semana durante todo el año. Y esto fue creciendo en relación a un trabajo que pusimos foco: Abordar el vínculo con el personal médico. Sabemos dónde entrar y dónde no. En los pasillos, con el personal no médico, también se genera una estela luminosa que transforma todo el hospital.

-¿Cómo surgió la idea de formar Alegría Intensiva?

Los dos directores generales son médicos y tenían experiencia con la educación, con los niños. Siempre estuvieron interesados en este trabajo humano. Y ambos, por experiencias personales, viajaron al exterior y conocieron ONGs artísticas de payasos. Tal es el caso de ‘Autores de Alegría’ en Brasil, que es nuestro grupo de referencia. Y ‘Pallapupas’ en Barcelona. Se interesaron muchísimo en esta tarea y trajeron la idea aquí.

Ellos sabían perfectamente que era un trabajo de calidad artística, por eso nos convocaron. Buscaban gente con mucha experiencia y formación en teatro para hacerlo bien porque uno se puede ir a comprar una nariz a un cotillón y hacerse el gracioso pero no se trata de eso, se trata de conectar con cada ser que uno se encuentre para ver qué juego, qué escena va naciendo allí y, a partir de eso, el payaso -con su lógica y herramientas- puede expandir y habitar esa escena. Eso es muy complejo, lleva muchos años.

Nosotros tenemos más de 20 años de formación y de experiencia en teatro. Ellos se contactaron con Irene y ella buscó a otros compañeros artistas que estábamos trabajando en una obra en el Teatro San Martín y comenzamos a trabajar en el Garrahan. Y luego surgió la necesidad de hacer un centro de formación. Ahora hay una escuela de Alegría Intensiva que tiene foco con lo artístico, el lenguaje del clown, unido a la especificación del trabajo en un ámbito hospitalario. Con los alumnos hacemos observaciones, prácticas. Somos muy cuidadosos en la calidad y en cómo hacer el trabajo. Va más allá de hacer reír.

-¿En qué hospitales están?

El programa se realiza en el Hospital Nacional de Pediatría SAMIC Prof. Dr. Juan P. Garrahan, Sor María Ludovica de La Plata, Pedro Elizalde, Casa Cuna (CABA). También en el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez (CABA), en el de Pediatría Federico Falcón (Pilar), en el Bernardo A. Houssay de Vicente López, en el Servicio de Pediatría del Hospital Fernández (CABA), en el Servicio de Hemato Oncologia Pediátrica del Hospital Posadas. (Haedo).

Además, Alegría Intensiva desarrolla programas de payasos profesionales en hospitales financiados con recursos propios de estas instituciones: Hospital Británico de Buenos Aires y el Sanatorio Mater Dei.

En La Plata estamos formando a un grupo especifico de payasos con un entrenamiento que hicimos el verano pasado. Ya hay dos equipos, cuatro payasos que trabajan en el Sor María Ludovica. Así que para La Plata es un crecimiento. Nuestro interés es que los payasos platenses puedan tener una capacitación con el área intensiva.

 

Fuente: https://www.laperinola.net/single-post/2018/01/05/El-clown-hospital-y-la-misi%C3%B3n-de-abrir-emociones