Una mañana en la sala de espera, la Doctora Stacatta, el Doctor Lagarza y yo, el Doctor Aerosmith, guitarra en mano, comenzamos a improvisar letras de canciones en base a una armonía con aires de vals y una melodía inventada para esa ocasión.
Para darle letra a la música, describíamos lo que veíamos a nuestro alrededor. Así, nuestra canción inventada hablaba de gorros, muchachos, termos y mates, señoras con bebés a upa, bolsos de colores, señores con bigote.
Cuando la canción terminó, saludamos para retirarnos pero algo nos detuvo. Un hombre y una mujer comenzaron a cantar: “No se vayan, no se vayan”, respetando prolijamente la melodía con la que habíamos pintado el aire.
Nos dimos vuelta, retomamos el acompañamiento de guitarra y disfrutamos de una pareja de cantores sin nariz hasta que un aplauso cerrado y merecido le puso el punto final a la escena.
Los payasos nos llevamos una sorpresa, recibimos un regalo y celebramos una vez más la alegría de vivir un hermoso momento junto a otros.